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ZAFNAT-PANEACH & ASENATH
GENESIS 41:45
Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnat-panea;
y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera sacerdote de On.
Y salió José por toda la tierra de Egipto.
FELIZ 2023 /AM 6027
PRESTO ARRIVA LA PRIMAVERA!
Questa è la storia che ho tradotta dal tedesco
non appena giunsi a Pavia nel 1987.
e' una storia che va letta da tutte le coppie,
perchè rimangan salde e compatte; fedeli e sante.
Via il materialismo e negativismo!
RISVEGLIO E RIFORMA!
Che queste poche lezioni dei Giuseppe e Asenat
vi siano da stimolo-conversione-conforto e benedizione
per tutta la vita l'UNA con l'ALTRO e per
conseguire la vita eterna.
ESPAÑOL
LA PRIMAVERA LLEGA PRONTO
Esta es la historia que traduje del alemán nada más llegar a Pavía en 1987.
Es una historia que debe ser leída por todas las parejas,
para que se mantengan firmes y compactas; fieles y santos
¡Fuera el materialismo y el negativismo!
¡DESPERTAR Y REFORMAR!
Que estas pocas lecciones de José y Asenat sean
estímulo-conversión-consuelo y bendición de por vida
para UNO A UNO y para alcanzar la vida eterna.
ENGLISH
SPRING COMES SOON!
This is the story that I translated from the German as soon
as I arrived in Pavia in 1987. It is a story that must be read by all couples,
so that they remain firm and compact; faithful and holy.
Away with materialism and negativism!
AWAKENING AND REFORM!
May these few lessons from Joseph and Asenat
be a stimulus-conversion-comfort and lifelong blessing
for ONE EACH OTHER and for achieving eternal life.
INTRODUCCION I
RAMÓN MARTÍNEZ FERNÁNDEZ/
ANTONIO PINERO JOSÉ Y ASENET INTRODUCCIÓN I . DESCRIPCIÓN DEL LIBRO La novela de José y Asenet narra un episodio de la vida del hijo de Jacob, poco conocido a través de la Biblia canónica'. El tema central es el encuentro de los dos personajes y el cambio que se produce en Asenet a raíz del mismo. La joven es la verdadera protagonista de la narración. Permanece en escena incluso después de que José se retire al poco de su boda con la doncella. La acción se desarrolla a lo largo de 29 capítulos de desigual extensión. Se insinúan en ella dos partes. La primera, que llega hasta el capítulo 21 inclusive, es la que verdaderamente responde al título con que nos ha llegado el texto. La segunda es una especie de extenso epílogo, cuyos sucesos tienen lugar como consecuencia de lo acaecido en la primera. El ambiente, sin embargo, es totalmente distinto. La acción se desarrolla entre otros personajes, y el relato adquiere cierto tono épico que sólo muy esporádicamente recuerda la tranquila espiritualidad de la primera. El texto nos presenta a José en uno de sus viajes por Egipto, que le lleva a la ciudad donde es sacerdote el padre de Asenet, la doncella de la que están prendados numerosos pretendientes (cap. 1). Asenet lleva una vida de comodidad y lujo, al tiempo que se nos muestra como un alma profundamente religiosa que no quiere saber nada de casamientos (cap. 2). Recibe Asenet a sus padres, que regresan del campo (cap. 3). Estos, ante la próxima visita de José, intentan convencer a su hija de que le acepte como esposo, a lo que ella se niega (cap. 4). Un José resplandeciente llega a la casa de Asenet (cap. 5). La joven se lamenta de haberle rechazado, ansiando entonces convertirse en su esclava (cap. 6). Se obsequia con una recepción a José (cap. 7), y Asenet le es presentada, pero él la rechaza por motivos religiosos, al tiempo que ruega por su conversión (cap. 8). Asenet se retira, y José continúa su viaje (cap. 9). La doncella, una vez sola, se encierra en su habitación y rompe con su pasado pagano (cap. 10). Al cabo de unos días de penitencia (cap. 11) confiesa emocionadamente sus pecados (cap. 12), rogando a Dios que considere su estado y la perdone (cap. 13). Dios se le manifiesta a través de un ángel, por cuyo consejo Asenet vuelve a vestir sus galas (cap. 14) para recibir un mensaje del cielo en el que se acepta su arrepentimiento 1 Sólo se menciona su boda con Asenet, en Gn 41,45 (heb.: Potifera, sacerdote de On; gr.: Petefre, sacerdote de Helios), y el nacimiento de los dos hijos de ambos, en Gn 41,50-52. 192 JOSÉ Y ASENET y se le promete un futuro envidiable (cap. 15). El ángel purifica a Asenet a través de unos ritos simbólicos (cap. 16) y desaparece (cap. 17). Asenet, al enterarse del regreso de José, se engalana (cap. 18) para recibirle (cap. 19). En la recepción consiguiente se anuncia la boda (cap. 20). José presenta su futura esposa al faraón, tras lo cual se celebra el casamiento (cap. 21). Ha pasado el tiempo, y estamos ya en los siete años de hambre, en un momento en que José va a presentar su esposa a Jacob, su padre (cap. 22). El hijo del faraón, antiguo pretendiente de Asenet, siente renacer sus deseos de hacerla su esposa, para lo cual solicita la colaboración de Simeón y Leví, los hermanos de José. Al fracasar su proyecto (cap. 23), entra en tratos con Dan y Gad para que maten a José y rapten a la muchacha (cap. 24). El hijo del faraón pone en marcha su plan (cap. 25). Asenet parte de viaje y es atacada (cap. 26). Benjamín, que acompañaba a la mujer de su hermano, logra desembarazarse de sus atacantes y herir al hijo del faraón (cap. 27). Dan y Gad se arrepienten ante Asenet, y ésta impide que Simeón y Leví los maten (cap. 28). El hijo del faraón muere de resultas de sus heridas, y lo mismo le ocurre al padre, de pena por la desaparición de su hijo. Le sucede José, el cual cede más adelante el trono al nieto del faraón (cap. 29). I I . TITULO, AUTOR Y FECHA DE COMPOSICIÓN La mas moderna de las ediciones de José y Asenet, que incluye un completo estudio de la obra, más un sucinto estado de la cuestión, nos ofrece un título cuya traducción viene a ser Confesión y plegaria de Asenet, la hija del sacerdote Pentefrés2. Este título es uno de los muchos que aparecen en los manuscritos, en ninguno de los cuales figura, en cambio, el de José y Asenet o Novela de José y Asenet, con el que normalmente es conocida la narración3. Este último se ha impuesto por su sencillez y porque en él se contienen los nombres de los dos protagonistas. Esa es, en efecto, la forma más tradicional de designar las obras griegas y romanas del género literario al que pertenece también la que nos ocupa: la novela4. Nada se sabe sobre la identidad del autor de José y Asenet. Sin embargo, el análisis interno de la narración permite intuir algo al respecto. A lo largo de la obra se va perfilando la confrontación de dos grupos sociales, egipcios y judíos, antagonismo que adquiere su máxima fuerza 2 M; Philonenko, Joseph et Asénetb (Leiden 1968). 3 Véase al respecto C. Burchard, Untersuchungen zu Joseph und Aseneth (Tubinga 1965) 50ss. 4 Baste recordar títulos como Quereas y Cal'trroe, de Caritón; Leucipe y Clitofón, de Aquiles Tacio; Habrócomes y Amia, de Jenofonte de Efeso; Dafnis y Cloe, de Longo; Teágenes y Cariclea, de Heliodoro, como los más conocidos de la novela griega. INTRODUCCIÓN 193 en los últimos capítulos. Esa oposición es, al mismo tiempo, la que da sentido a la novela5. De hecho, los personajes que desfilan por los sucesivos capítulos son egipcios o judíos residentes en Egipto. Históricamente, sabemos que los judíos campesinos llevaban nombres egipcios, hablaban la lengua del país y su vida no se diferenciaba en absoluto de la de los nativos6. Todo ello nos indica que el escenario de la acción de José y Asenet debe situarse en Egipto. El mundo de creencias que la obra refleja a través de numerosos detalles revela en el autor un buen conocimiento de la teología egipcia tardía7. Parece, por tanto, verosímil que él mismo fuera también egipcio. Más que hablar de autor, conviene precisar el ámbito geográfico en que surgió la narración. Este no puede ser otro que Egipto mismo, donde convivían indígenas y judíos. Uno de esos habitantes, desconocido por lo demás, se habría impuesto la tarea de escribir el texto que nos ocupa8. La obra contiene implícitamente una apología del matrimonio entre miembros de las dos comunidades con una finalidad proselítista9. El autor se dirige, por tanto, a lectores de dos tipos: paganos (egipcios) y creyentes (judíos). Para estos últimos, los matrimonios de ese tipo habrían de ser una faceta de su obligada labor misionera. Para los primeros tales uniones posibilitan una vía hacia el arrepentimiento, el cual les permite participar de la luz, la verdad y la vida 10. No nos parece probable, sin embargo, que el autor de nuestra novela sea un egipcio convertido al judaismo ni el hijo de un matrimonio mixto. Nuestro texto nos revela un judaismo tan acendrado que debemos pensar más bien en un judío egipcio con particulares intereses apologéticos. Por otro lado, la lengua de la novela —con expresiones de un griego 5 La protagonista rompe totalmente con su familia y su pueblo al convertirse al judaismo, cambio que adquiere mayor relieve a causa del marco sociológico en que se encuadra. 6 Cf. V. A. Tcherikover, Corpus Papyrorum Judaicarum I (Cambridge, Mass., 1957) 43ss. 7 Sobre la cosmología mitológica egipcia, cf. S. Sauneron y J. Voyotte, La naissance du monde selon l'Egypte ancienne, en La naissance du monde (Sources Orientales I; París 1959); también S. Morenz, La religión égyptienne (París 1962). 8 En ello coinciden diversos estudiosos en trabajos relativamente recientes, tales como G. D. Kilpatrick, The Last Supper: «The Expository Times» 64 (1952) 4-8; K. G. Kuhn, The Lord's Supper and The Communal Meal at Qumram, en K. Stendahl, The Scrolls and The New Testament (Londres 1958) 65-93; M. Delcor, Un román d'amour d'origine tbérapeute: le Livre de Joseph et Asénath: «Bulletin de Littérature ecclésiastique» 63 (1962) 3-27, y C. Burchard, op. cit., 142s. 9 En ello hacen hincapié, además de C. Burchard y G. D. Kilpatrick, K. Kohler, Asenath, en The Jewish Encydopedia II (Nueva York-Londres 1902); V. Aptowitzer, Asenath, The Wife of Joseph. A Haggadic Literary-Historical Study: «Hebrew Union CoÚege Annual» 1 (1924) 239-306, entre otros, si bien no faltan quienes se oponen a reconocer la existencia de una literatura judía proselítista, como V. A. Tcherikover, Jewish Apologetic Literature Reconsidered: «Eos» 48 (1956) 169-193. 10 Cf. G. F. Moore, Judaism in the First Centuries of the Christian Era I (Cambridge, Mass., 1927) 331ss, sobre los compromisos que adquirían los conversos al ser admitidos en la comunidad judía. 13 194 JOSÉ Y ASENET un tanto bárbaro— apunta hacia un autor de lengua materna aramea (o quizá hebrea) que se expresa casi en «un griego de traducción». Sería probablemente bilingüe. Hasta aquí los resultados de recientes investigaciones por lo que respecta al autor, que corrigen opiniones sostenidas desde antiguou. El conjunto de la obra nos invita a pensar que nos encontramos ante una composición de época romana. El elogio del proselitismo, la apología del matrimonio mixto, podría encajar en el ambiente del siglo i de nuestra era, antes de la destrucción del templo, y, en cualquier caso, en la época inmediatamente anterior a la sublevación judía de los años 115- 117, que Trajano intentó sofocar cruelmente12. La similitud entre el banquete de purificación, incluido en nuestra narración, y los párrafos sobre el particular del Evangelio de Juan y de Antioquía precisan algo más la datación de José y Asenet, ya que sugiere la contemporaneidad de todos ellos u. Finalmente, una consideración de tipo literario conduce a la misma conclusión. Hemos anticipado ya que nuestro texto es una novela. Teniendo en cuenta los datos que poseemos sobre otras novelas famosas, como Quereas y Calírroe o Leucipe y Clitofón u, respecto de las cuales José y Asenet sería más o menos contemporánea, nada hay que se oponga a que esta última haya sido escrita en la época mencionada. I I I . GENERO LITERARIO E HISTORIA DE LA COMPOSICIÓN. LENGUA ORIGINAL Los personajes centrales de nuestra narración son una pareja 15 en cuyas relaciones apreciamos una serie de tópicos literarios. Tales son la belleza física de ambos, su virginidad, el enamoramiento a primera vista, el sufrimiento causado por el amor, la separación transitoria y hasta la 11 Así, P. Batiffol, Le Livre de la Priére d'Aseneth, en Studia Patrística I-II (París 1889-1890) 1-115, quien afirmaba que la obra era cristiana, lo mismo que E. W. Brooks, Joseph and Asenatb (Translations of Early Documents, Series II, Hellenistic-Jewish Texts 7; Londres-Nueva York 1918). Posteriormente afirmó su carácter esenio P. Riessler, Joseph und Asenath. Eine altjüdische Erziihlung: «Theologische Quartalschrift» 103 (1922) 1-22 y 145-183; o bien terapeuta, K. G. Kuhn, art. cit., 76; M. Delcor, art. cit., 22ss. A estas opiniones se suman otros estudiosos. 12 A tenor de sus opiniones sobre la composición de la obra, los estudiosos la han ido datando en diferentes momentos. Tardíamente, en el siglo iv o v (Batiffol); en la época de Adriano (Kuhn); en torno a la mitad del siglo i (Aptowitzer), e incluso en el siglo i a. C. (Kilpatrick); Burchard, op, cit., 143s, dejó claro que el escrito es anterior a la revuelta judía en época de Trajano; lógicamente, hacer proselitismo después de la represión sería arriesgado. 13 Cf. K. G. Kuhn, art. cit., 76. 14 Al margen de un intento concreto, como es el de R. Petri, Über den Román des Chariton (Meisenheim 1963), no existe una cronología segura, ni absoluta ni relativa, de las novelas griegas. De acuerdo con P. Grimal, Romans grecs et latins (París 1958) 382, estas obras habrían sido compuestas mucho antes del siglo n d. C., época de la que datan sus más antiguos fragmentos en papiro. 15 En la línea de las citadas en la nota 4. INTRODUCCIÓN 195 presencia de un rival sin escrúpulos, cuya actuación provoca una serie de aventuras que mantienen el interés del lector16. La acción, como hemos dicho, tiene lugar en Egipto, país que no deja de ser un escenario exótico desde el punto de vista griego 17. Finalmente, en toda la narración flota un sentimiento religioso18 apropiado a los propósitos del autor y a la finalidad de la obra. Ante estas consideraciones podemos definir la historia de José y Asenet como una auténtica novela. Lo cual no impide que en ella se aprecien rasgos distintivos tanto en el orden de posibles defectos como en el de las innovaciones. Los personajes no son juguetes del azar, como sucede en otras novelas w. Por otro lado, aunque los caracteres se nos muestran un tanto desdibujados, como suele ser habitual en ellasx, Asenet aparece claramente definida, a tenor de su condición de persona que pasa del error a la verdad. Efectivamente, en esta novela encontramos por primera vez la crisis de una conciencia religiosa como motor de la acción21. Aun tratándose de una historia de amor, no podemos hablar de narración erótica precisamente por ese motivo. Lo que domina el ambiente es un puritanismo que tiene mucho que ver con su finalidad misionera. La segunda parte posee un tinte marcadamente épico, lo cual proporciona al conjunto el elemento de aventura que no se encontraba en la primera22. Son capítulos muy parecidos a una narración caballeresca23, cuyo desarrollo recuerda lejanamente a la litada y sus procedimientos. Bien pudiera ser esto último el tributo que nuestra novela pagó a la tradición homérica. 16 Todo ello es característico de una novela, tal como señala P. D. Huet, Traite de l'origine des romans, ed. A. Kok (Amsterdam 1942). 17 La importancia de tal elemento fue señalada por B. Lavagnini, Studi sul romanzo greco (Mesina-Florencia 1950), y K. Kerenyi, Die griechisch-orientalische Romanliteratur (Darmstadt 1962). 18 De hecho, en las novelas aparecen con frecuencia elementos cultuales concretos, y hasta se ha pretendido reconocer en ellos distintas etapas rituales de iniciación a los misterios; cf. R. Merkelbach, Román und Mysterium in der Antike (Munich- Berlín 1962). TT, , , . " Cf. E. Rohde, Der griechiscbe Román und seine Vorlaufer (Reimp. Hildesheim 1960) passim. 20 Cf. R. M. Rattenbury (ed.), Héliodore. Les Ethiopiques I (París 1960); precisiones al respecto en P. Grimal, op. cit. 21 A este resultado ha podido llegar la evolución de los planteamientos de Longo. La concepción de la novela tendía a una ausencia de acontecimientos, con el desarrollo de la acción en un solo lugar, marco para una pintura de costumbres y sentimientos; cf. M. Croiset, Histoire de la littérature grecque V (París 1928) 801. 22 Elemento también característico de la novela griega —como el propio Aquiles Tacio nos lo indica en una de sus obras— y cuyas manifestaciones han sido señaladas por Kerenyi (los bandidos), Merkelbach (la huida) (op. cit.) y F. Altheim, Helios und Heliodoros von Emesa, en Literatur und Gesellschaft im ausgehenden Altertum I (Tubinga 1948) 121-124 (la emboscada). 23 Tales historias abundan en la literatura popular egipcia. Ello, asi como el ambiente preciso que reflejan, ha sido señalado por G. Maspero, Les contes populares de l'Egypte ancienne (París s.f.); cf. también A. Volten, Der demottsche Petubastisroman und seine Beziehung zur griechischen Literatur: «Mitteilungen aus der Papyrussammlung der Osterreichischen Nationalbibliothek» 5 (1956) 147-152. 196 JOSÉ Y ASENET Unas ocho mil palabras constituyen el texto de José y Asenet. Representan 1.042 términos, lo que supone cierta pobreza de vocabulario. Salvo 40 de ellos, el resto forma parte del léxico de los LXX, sin que su utilización adquiera tonos específicos o característicos de nuestro anónimo autor24. En el estilo de la obra domina claramente la parataxis, lo que confiere a la narración una monotonía que, en ocasiones, se tiñe de redundancia, contribuyendo todo ello a comunicarnos cierta sensación de pesadez. De esta tónica hay que excluir la plegaria de José, lo mismo que la de Asenet25. Únicamente en ambos fragmentos se aprecia un mayor refinamiento desde el punto de vista estilístico. Philonenko, en el estudio preliminar a su edición (p. 30), ha confeccionado un breve elenco de las expresiones que presentan un tono más semitizante. Señalamos las de mayor importancia: xai, ÉyéveTO (3,1; 11,1; 22,1; 23.1) xai ISaú (5,1; 10,18; 13,8; 14,3; 14,8; 15,9; 16,5; 23,4; 26,8; 28,8) EÚ; TÓV aiwva xpóvov (4,10; 6,8; 15,7; 17,5) ó napáSEicoc, -vrc, ipv<pr¡c, (16,8) ¿Xáp-n X<*P¿v y,sTá)a)v (3,4; 4,2; 7,10; 9,1; 15,12; 24,5) •Jtpcxrexijvricrav xy 'Itotrrjcp ÍTZÍ irpócto-rcov énrl Tf)V yñv (5,10) écpofhífrri tpó^ov jxÉyav (6,1). A esta lista podemos añadir, por nuestra parte, la continua recurrencia del verbo en segunda posición dentro de la fíase (tras xaí), orden que ya E. Norden consideraba como el «más claro semitismo» (Agnostos Theos [Stuttgart 1971] 365); repetición abusiva de xai ?¡v (por ejemplo, tres veces en tres líneas, en 1,5); iioríjcm ¡Djeoe, liz-zá en 23,4; Soüvoa EÍC; Yuvabca, en 1,13; la exagerada frecuencia (incluso desde el punto de vista del griego helenístico) de las perífrasis de imperfecto en vez del verbo simple (como ?jv é^ou^svovaa: 2,1 y passim); dos verbos en tiempo finito y parataxis por una hipotaxis griega (del tipo xal EVTCEUOÍ xcá occnrépir], en 4,1); imperfecto por pluscuamperfecto (úp,í)w£i, en 2,11); y, en general, expresiones que aparecen como calcos de sus correspondientes hebreas (a modo de ejemplo: 8d>crav/Xa(kív síq yuvoüxa, en 20,7; 1, 13; ap-rov áyxóvrK, en 8,5; opio.;, lit. «frontera» en el'sentido' de «región», por influencia de heb. gebul; ÉiríjpE TTJV yjílpa. aÚTOÜ TÍ)V 8E£UÍV, en 8,9, con ese orden típico semita, etc.). Este conjunto de características lingüísticas nos confirma en el punto de vista antes expresado: nuestro autor era un judío bilingüe cuya lengua materna era el arameo o quizá el hebreo. Ello explica la pobreza general de vocabulario y el sabor fuertemente semítico del conjunto de sus expresiones, unido a cierta torpeza sintáctica. Pero no nos atrevemos a 24 Cf. M. Philonenko, op. cit., 28ss. 25 Parte del capítulo 8 y la casi totalidad del 12, respectivamente, de nuestra novela. INTRODUCCIÓN 197 afirmar que nuestro texto sea meramente «griego de traducción», es decir, que de un presunto original semítico26 se nos halla conservado tan sólo la traducción literal griega. Y esto por una razón: nuestro desconocido autor conocía muy bien la Biblia griega, y calca un buen número de expresiones (las hemos señalado en notas). Parece, pues, poco verosímil que actuando así compusiera su novelita en arameo. Además, una gran parte de sus futuros lectores eran candidatos a prosélitos, cuya lengua materna debía ser naturalmente el griego. Es más, en 25,2 encontramos una aliteración (-rcóvov TOVEÍ Ó TOX.TI'IP) que nos invita a pensar que la frase se compuso originalmente en griego a. No hay argumentos definitivos, sin embargo, para descartar una redacción de nuestra novela en arameo (o hebreo) y una edición posterior en lengua griega. En cualquier caso, el único texto que se nos ha transmitido parece haber sido compuesto en griego. Los escasos detalles M que se aducen para negar este hecho carecen de fuerza suficiente para extender la afirmación de un original semítico a todo nuestro texto actual. Por otro lado es preciso llamar la atención, una vez más, sobre el distinto carácter que presentan las dos partes en que se divide la narración. El hiato es tan patente que incluso podría llegar a afirmarse la pertenencia de cada una a un género literario diferente, novelesco la primera, épico la segunda. Tal diferencia ha dado pie a la hipótesis de una posible existencia independiente de cada una29, cuya vinculación sería prácticamente la mención de los años de abundancia y de escasez que aparece en el relato bíblico30. Lo dicho hasta aquí debe completarse con una ojeada a las fuentes que han podido inspirar al autor, en el supuesto de que el texto no sea un producto exclusivo de su imaginación. Naturalmente, el punto de partida de nuestra novela se encuentra en el Génesis31, pero ahí tendríamos únicamente el núcleo en torno al cual se ha tejido el resto de la trama. En primer lugar hay que dejar constancia de la existencia de una leyenda judía de Asenet, que tal vez conocía nuestro desconocido autor en el momento de redactar su obra. Según esa leyenda, Asenet no era 26 Cf. nota siguiente. 27 A favor del original griego se pronuncian Batiffol, Brooks, Burchard y Kuhn, en sus obras citadas, frente a Riessler y Aptowitzer, partidarios del original semítico. Philonenko se inclina claramente por la tesis griega. 28 Tales como el juego de palabras con el nombre de Asenet, del que se han ocupado R. Akibon, Die Testamente der zwolf Patriarchen, der Sóhne Jakobs, und die Geschichte der Aseneth, der Frau Josephs (Kassel 1850), o L. Ginzberg, The Legends of the Jews V (Filadelfia 1955) (Asenet/«ciudad de refugio», relacionado con el arameo hostia", «fortaleza», o con el heb. 'ason, «ruina»), y la presencia en d texto de la expresión «campo de nuestra heredad» (en 3,7; 4,3; 24,14, etc.; heb. ¿>z ^hzt, expresión que no proviene de los LXX). Estas expresiones, sin embargo, no justifican la hipótesis de un original semítico. 29 Cf. V. M. Istrin, Apokripb ob Josiph/e i Asenephje (Moscú 1898). 30 Cf. Gn 41,26-30 y, sobre todo, Gn 41,48.53-54. 31 Cf. Gn 41,45. 198 JOSÉ Y ASENET egipcia, sino la hija de Dina, violada por Siquén32. A eso aludiría el hecho de que el tipo racial de nuestra Asenet no sea egipcio33 o el propio rapto de la heroína, que recordaría el de su madre. Otros textos que ilustran la leyenda citada34 hablan también de la mansión, o torre, en que vive la protagonista y del círculo de vírgenes que la rodean, a la vez que presentan fórmulas lingüísticas comunes con nuestra leyenda35. Existen, por otro lado, detalles que impiden considerar la leyenda como elaborada a partir de la novela. En ésta, concretamente, no cuenta para nada el origen judío de Asenet y faltan elementos que se encuentran en aquélla 36. Al mismo tiempo hay motivos para pensar que la leyenda misma ha de ser mucho más antigua que algunas de sus versiones, incluso las menos elaboradas 37, cuya datación es segura en torno al siglo m d. C. Parece, pues, más oportuno pensar que el autor de la novela ha podido conocer esa leyenda, respecto a la cual ha introducido variaciones por unos u otros motivos. En este mismo orden de cosas hay noticias de la existencia de una llamada Plegaria de José38, de comprobado origen judío. De ella podría depender alguna parte de nuestra novela, a juzgar por los rasgos comunes, innegables aunque ligeros, de ambas39. Además, en Egipto hallamos un cuento en el que aparece la figura de un hijo del rey a quien su padre intenta por todos los medios apartar de su destino, la muerte que la divinidad le había pronosticado, a costa de aislarle totalmente del mundo exterior"10. Al margen de algunos contrastes entre el cuento y nuestra novela, se comprueban ciertas semejanzas respecto a la figura y acciones de Asenet41. Los únicos cambios que se registran en la novela tienden a hacer protagonistas centrales al judío y a la egipcia que conocemos. Es cierto que un simple parecido no autori- 32 Véase J. Perles, La légende d'Asnath, filie de Dina et femme de Joseph: «Revue des Etudes Juives» 22 (1891) 87-92. 33 Cf. JyA 1,7-8. 34 Tales como el Targutn de Pseudo Jonatán, Pirqé de Rabí Eliezer y el autor sirio Bar Alí, reunidos al respecto por Aptowitzer en el artículo repetidamente citado. 35 Cf. JyA 2,1,10 y M. Philonenko, op. cit., 35. 36 Cf. M. Philonenko, op. cit., 3(y31'. 37 Tales como el Targum de Pseudo ]onatán y Pirqé de Rabí Eliezer, mientras que el testimonio literario más antiguo de la leyenda nos lo proporcionaría Rabí Amí, según Aptowitzer, art. cit., 252ss. M A ella hacen referencia, en efecto, dos citas de Orígenes, una en el Comentario al Evangelio de Juan 2,31; la segunda en el Comentario al Génesis, fragmentos recogidos en Eusebio, Praeparatio evangelia, 6,11,64. Los fragmentos han sido reunidos por A. M. Dénis, Fragmenta pseudoepigraphorum quae supersunt graeca (Leiden 1970) 61ss. 39 Cf. M. Philonenko, op. cit., 39, corrigiendo a H. Priebatsch, Die Josephsgeschichte in der W'eltliteratur (Breslau 1937), es el primero que pone en relación ambos textos. * Se trata del Cuento del príncipe predestinado, que data de la dinastía XIX. 41 Tales son el asedio del protagonista por una serie de fieras, como en JyA 12, 9-10; el rechazo de la boda, como en JyA 4,12, y el aislamiento en la torre, como en JyA 2,1. Sobre ello, véase G. Lefébvre, Romans et contes égyptiens de l'époque pharaonique (París 1949). INTRODUCCIÓN 199 za a afirmar el carácter de fuente, pero las analogías y coincidencias señaladas por los críticos hacen pensar que en la novela se da una auténtica filiación con respecto al cuento 42. La mención de los pretendientes, la discordia entre los hermanos, el rapto de Asenet y la propia torre en que habita la protagonista son detalles que recuerdan inevitablemente la leyenda de Helenaí&. Ello no debe extrañar si se tiene en cuenta el progresivo enriquecimiento de la temática homérica a lo largo de los siglos posteriores al poeta. Nuestra novela, en ese sentido, viene a ser nuevo testimonio de su influencia. IV. CONTENIDO TEOLÓGICO a) Dios y el hombre. Nuestra novela es un escrito auténticamente judío. Por ello no es de extrañar que su teología refleje en general puntos de vista que proceden del AT. Así, su concepción de Dios como ser único, contrapuesto a los innumerables dioses de los egipcios (10,13), «mudos y muertos» (8,5); como creador de cielo y tierra (la expresión como tal no aparece en la novela, pero sí sus equivalentes): 8,10-11 y 12,2; vivificador de todo, que retribuye rectamente a justos y pecadores (28,3); amoroso, justo y bueno (28,3); padre de los huérfanos, defensor de los oprimidos y auxilio entre las angustias (12,11), etc. José, en un aspecto de su personalidad, aparece como el modelo del hasid o «varón piadoso» (en la novela, 0eo<re3ir)<;: 4,9; 8,5; 20,8; 22,8, etc.), que observa fielmente el sábado (9,4); tiene sumo cuidado con las prescripciones en torno a los alimentos (10,14ss; 13,7); rechaza todo contacto profundo con los «extranjeros» (es decir, con otra religión): 7,1; 8,5ss; abomina de las deshonestas relaciones extramatrimoniales (20,8; 7,3ss) y exalta el valor de la virginidad prematrimonial (4,9). José es, en síntesis, un varón de Dios en el que reposa el Espíritu divino y a quien acompaña la gracia de Dios (4,9). Otros personajes (como Leví o la misma Asenet) completan el cuadro exhortando al perdón de las injurias (29,4) y a no devolver mal por mal (29,3; 28,14; 23,9). Los «egipcios» (paganos en general) son los «prójimos» a los que se debe hacer el bien (23,10; 28,4.14). b) Proselitismo y conversión. Toda la trama de la primera parte de nuestra novela (hasta el cap. 18) gira en torno a la conversión de Asenet. El paso de la miserable idolatría a la verdadera religión es una auténtica y nueva creación. José, al bendecir a Asenet en 8,11, desea que Dios «la renueve con su soplo, la remodele con su mano y la revivifique con su vida». El camino de la conversión 42 Cf. M. Philonenko, op. cit., 41. 43 Cf. JyA 1,9-10; 25,8; 26,5; 2,1-16. 200 JOSÉ Y ASENET es doloroso. Comienza con el rechazo absoluto de los ídolos (10,13; 12,11), incluso con un despego de la riqueza asociada al estado religioso anterior (cap. 10), y continúa con una verdadera penitencia: saco, ceniza, lágrimas de arrepentimiento (caps. 9-10). Se añade una súplica ardiente a Dios para que la libre de las garras del diablo (12,8ss) y la proteja como a nueva criatura, alma verdaderamente suya (12,11; cap. 13). El converso adquiere un estado semejante a la virginidad (15,7s), en el que priva fundamentalmente el amor a Dios. El arcángel Miguel se encarga de pronunciar ante Asenet una gran loa de la conversión (metánoia): hija del Altísimo, madre de vírgenes, consoladora y preparadora del descanso eterno, etc. (15,7s). c) Rito de iniciación. En nuestra novela, varios indicios dejan entrever cómo los prosélitos que se convertían al judaismo (al menos los que se integraban en el grupo un tanto místico al que debía pertenecer nuestro desconocido autor) se sometían a una especie de rito de iniciación. Un esquema de este rito se trasluce en las palabras de la bendición de José sobre Asenet cuando ésta ha iniciado ya el proceso de su conversión. Con la mano derecha sobre la cabeza del iniciando, el oficiante invoca en primer lugar a Dios: «Señor Dios... el que todo lo vivifica... que llama de las tinieblas a la luz». Luego expresa lo que significará el acceso a la nueva religión, la verdadera (la creación a que hemos aludido: «renuévala con tu soplo», etcétera: 8,11), y termina con una comida cultual: comer el pan de vida., beber el cáliz bendito (8,11) y ungir con el óleo de la inmortalidad (8,5). La fecha de la iniciación es un «día grande» (probablemente asociado a la idea de escapar al juicio del «gran día»: if) {JUEyá^/n ifpépa: 14,2). El magnífico premio que aguarda al converso es la inmortalidad, expresada clarísimamente en 27,8: «Señor, Dios mío, que de la muerte me has hecho vivir, que me dijiste: tu alma vivirá por siempre jamás...», y en el conjunto de la escena de la muerte y resurrección de las abejas (16,16), junto con la interpretación del ángel (17,ls) y la mención del lugar de «descanso» en el cielo (8,11 y 22,9) para el alma elegida. Con todo ello el autor proclama a sus lectores que en la religión judía se hallan todas las riquezas y bienes espirituales que ellos, los paganos, esperan encontrar en las celebraciones mistéricas. Así, nuestro novelista no duda en emplear el término técnico que en los misterios designaba las verdades reveladas (T¿C drraSpp'rrTa; 16,7: «feliz tú, Asenet, porque te fueron revelados los secretos de la divinidad, y felices los que se unen a Dios por la conversión»). El convertido vuelve a un estado de pureza original (Asenet, con un vestido nuevo: 15,10) semejante en cierto aspecto al que tenía el ser humano en el paraíso. El oficio de iniciador aparece en la novela desempeñado por dos personajes. Por una parte, José (hijo de Dios: 6,2.7; 13,10; 21,3), primogénito del Altísimo, que aparece como el sol para el alma que acaba de abandonar las tinieblas (5,4ss; 6,5), tiene auténticos atributos mesiánico- INTRODUCCION 201
INTRODUCCION II
INTRODUCCION 201 redentores: es la luz (6,7), el salvador (CTWTTIP) del país de Egipto (25,6); el espíritu de Dios está sobre él (4,9); es el «fuerte de Dios» (4,8; 18 ls) y su elegido (13,10). Por eso, tras la conversión, será el esposo del alma arrepentida (Asenet). ,^-n Por otro lado, es iniciador también el arcángel Miguel (caps. 14-10- Este personaje repite condensadamente a Asenet lo que le había prometido José en su bendición (15,3: «a partir de hoy vas a ser renovada, remodelada y revivificada; vas a comer el pan de vida, etc.). El premio (la inmortalidad) aparece también en las palabras del enviado angélico: «Tu nombre está escrito en el libro de la vida y no será borrado jamás» (ibíd.). Asenet celebrará con el ángel una especie de comida ritual. En vez de pan hay un panal de miel (símbolo probablemente del maná: Philonenko, p. 96) en el que el ángel traza una especie de cruz. No parece que el pasaje sea una interpolación cristiana, por lo que el signo, a nuestro entender, debe interpretarse como una representación gráfica de los cuatro puntos cardinales de donde proceden los prosélitos. d) Defensa del matrimonio de José. En este contexto de conversión, y como un corolario casi obligado, se inserta la defensa del matrimonio de José con una «extranjera». ¿Cómo es posible que nuestro héroe, encarnación del hasid, contravenga tan paladinamente una prescripción judía evidente que él mismo enuncia y admite (7,5)? La respuesta surge clara en la novela: la conversión hace al pagano un hijo de Jacob (22,5), un verdadero israelita. Aunque no lo diga expresamente, es muy probable que nuestro autor vea en tales matrimonios una fuente de conversos a la verdadera religión. No se trata de ninguna manera, de defender paradigmáticamente los matrimonios mixtos en general, sino de ofrecer una explicación concreta a un hecho que preocupaba a la especulación teológica judía: la postura de José Indirectamente, sin embargo, el autor sustenta una teoría que podría parecer laxa: con tal de que haya conversión, no existe problema a la hora de formalizar un matrimonio con una «extranjera». Y no la hay porque, en virtud de la metánoia, el cónyuge pagano ha dejado de serlo. e) Simbolismo. La novela se presenta cargada de símbolos. De la mano de Riessler (pp 1303s), podemos interpretar quizá la torre en que vive Asenet como la prisión —el cuerpo humano— en que reside el alma entregada vanamente a la idolatría y a los placeres. Las doncellas que sirven a la heroína son siete. Es bien conocida la predilección que los antiguos tenían por este número, que significaba una cierta plemtud y pureza. En nuestra novela, las siete vírgenes podrían significar, según Philonenko (p 73) las siete estrellas (de la Osa Mayor) que rodean a la Luna-Asenet (esposa del Sol-José). Este, como hemos apuntado, sería el redentor y salvador del alma, que aparece con los rasgos del Mesías y del sol. La es202 JOSÉ Y ASENET trella de la mañana es el mensajero de la divinidad (14,ls), y quÍ2á pueda verse en Asenet un trasunto de la idea gnóstica de la Sabiduría caída, redimida por el redentor José. Asenet es el modelo de todos los prosélitos. El ángel le augura que, tras su conversión, será llamada «ciudad de refugio» (cf. 15,6 y nota, y nota 28 de la Introducción). El varón angélico explica por qué: «En ti se refugiarán muchas naciones, y bajo tus alas se abrigarán muchos pueblos y en tu muralla se protegerán quienes se unan a Dios por la conversión » (ibíd.). A nuestro entender, Asenet prefigura aquí a la Jerusalén ideal, que acoge en su seno a todos los pueblos convertidos. No exactamente como la Jerusalén nueva y celeste de que habla el Apocalipsis de Juan (cap. 21), sino la Jerusalén terrestre, mejorada, de la época mesiánica, que acogerá en su seno a infinidad de conversos. Lo que no parece en absoluto claro es la equiparación Asenet-Neith, que durante largas páginas trata de demostrar Philonenko en su introducción al texto griego (pp. 61-79). Según la etimología, explica, Asenet significa «la que pertenece a Neith». En Egipto, incluso en una época tardía como la de la composición de nuestra novela, el pueblo guarda una viva conciencia de lo que significa cada nombre. Nuestro autor lo sabía también y, aprovechando el significado del nombre de su protagonista, ha introducido en ella los rasgos de la diosa Neith. En efecto, insiste Philonenko, nuestra heroína es un trasunto casi perfecto de la divinidad de Sais: diosa creadora, andrógina, reina del agua primordial, identificada con la abeja, diosa del cielo estrellado, guerrera, elegante, aficionada a los adornos y joyas, símbolo de la sabiduría. Diversos rasgos que caracterizan a la protagonista de la novela se explican convenientemente si se la equipara con Neith. Así, las siete vírgenes que actúan como doncellas de Asenet serían las siete estrellas de la Osa Mayor. Los dieciocho jóvenes que guardan los portones del patio serían la constelación de Aries (representada por jóvenes guerreros), que en Egipto es Khnoum, el Carnero, páredro de Neith. Asenet sería así un reflejo de la diosa del cielo estrellado. El carácter andrógino de Asenet (cf. 15,1) se explica por el rasgo equivalente de la diosa de Sais, dbppsvófrnXui; («macho-hembra»). El amor de nuestra heroína por los tejidos y joyas recuerda los mismos rasgos de Neith. Las abejas del cap. 16 reciben todo su significado si se piensa en Neith, diosa apícola. Por último, las alusiones de la novela a la «espesura de juncos» (24,16) hacen pensar también en el emblema de Neith, los juncos, que a su vez representan la materia primordial. Allí se escondían Dan y Gad, que luego son salvados por Asenet (caps. 28-29). Esta interpretación es ciertamente seductora y aclara algunos puntos aislados. Pero una lectura reposada del conjunto de la novela nos impele a rechazarla. Los detalles en que se basa la interpretación son en general puramente anecdóticos en la trama y tienen otra explicación plausible. Además, los rasgos esenciales de la divinidad de Sais no aparecen en Asenet. Nuestra heroína no es diosa creadora, reina del agua primordial (la mención de los juncos es absolutamente circunstancial = escondrijo INTRODUCCIÓN 203 típico de bandidos; cf. 24,16) y Asenet no se identifica con las abejas. El carácter supuestamente andrógino de la protagonista contradice la exquisita feminidad de Asenet a lo largo de la novela. En ese contexto se explican su amor por la elegancia, los bellos tejidos y las joyas, sin recurrir al paradigma de Neith. Asenet es la rica heroína de todas las novelas y cuentos populares. Nuestro desconocido autor no hace hincapié en la sabiduría de Asenet, sino en sus errores y en lo consecuente de su penitencia. La mención de los dieciocho guardias que vigilan el patio donde se asienta la torre de la joven es absolutamente incidental y no autoriza a convertirlos en un símbolo de Khnoum, Aries, como páredro de Asenet-Neith, de quien, por otra parte, se afirma no haber sido vista jamás por hombre alguno (2,1). Por otro lado, la aceptación del simbolismo (quizá más una comparación popular) Asenet-Luna/José-Sol (hieras gamos Luna-Sol) no implica necesariamente (cf. 5,4s; 6,5s) la aceptación de la igualdad Asenet-Neith, porque en la literatura novelística de la época aparece con frecuencia ese motivo simbólico (por ejemplo, en Heliodoro 3,3,4-6 y 3,4,2). Por último, nos parece poco convincente que nuestro desconocido autor tomara los principales rasgos de una diosa pagana (su imagen, entre otras, es destrozada por Asenet y arrojada por la ventana: 10,13s) para hacer de ella el prototipo de los prosélitos (Asenet = Villa de Refugio). Si ello fuera así, ¿querría significar nuestro novelista que una destacada figura del panteón, encarnada en su heroína, aceptaba la verdad de la religión judía? La idea sería audaz, pero no nos parece convincente. En conclusión: aunque admitimos que algunos detalles de la novela tienen carácter simbólico, opinamos que la tesis de Philonenko no puede ser aceptada. Los rasgos que definen a Asenet se explican suficientemente a partir de un contexto judío y de los tópicos del género novelístico, sin recurrir sustancialmente a la cosmología egipcia. /) José y Asenet y el Nuevo Testamento. Prescindiendo de meras concomitancias de vocabulario, nada extrañas en obras de carácter religioso producidas en una misma época y ambiente similar (cf. 1,9 con Mt 9,26; 3,4 con Mt 2,10; 4,2 con Ap 21,2; 4,9 con Le 2,40; 8,7 con Le 16,15; 9,1 con Sant 5,10; 12,2 con 2 Cor 4,4; 12,12 con 2 Cor 4,18; 15,10 con Le 15,22; 21,3 con Le 1,32; 27,8 con Jn 6,58, etc.), señalamos algunos contactos más significativos que corroboran una idea muy conocida: la imposibilidad de entender el NT a partir sólo del AT, es decir, sin tener en cuenta la literatura intertestamentaria. Así, el sudor rojizo de la heroína en 4,11, en un trance angustioso, nos recuerda el sudor de sangre de Jesús en Le 22,44. Quizá Le empleara expresivamente un tópico literario para expresar gráficamente una situación de angustia extrema. El diablo, en 12,9, aparece como un feroz león que intenta devorar a Asenet. (Cf. con 1 Pe 5,8: «vuestro adversario, el diablo, rugiendo como un león, ronda buscando a quien tragarse»). 204 JOSÉ Y ASENET El diablo, padre de los malvados dioses de los egipcios y protector de los paganos (12,9), nos recuerda a Jn 8,44: «vosotros tenéis por padre al diablo». Como en Me 1,10, la aparición celeste en JyA va precedida de un «rasgarse los cielos» (14,3). Las concepciones sobre el libro de la vida, el nombre de los elegidos allí escrito y que no será borrado jamás (15,4) encuentra un claro paralelo en Ap 3,5. En JyA 25,7 se afirma que los ángeles combaten con los hombres, idea que parece desprenderse también de Mt 26,53. La regla de «no devolver mal por mal» (28,14; 23,9; 29,3) encuentra un parangón en textos como Rom 12,17; 1 Tes 5,15 y 1 Pe 3,19. En nuestra novela, el faraón profetiza sobre Asenet: «Te Üamarán Hija del Altísimo», al igual que en Le 1,76 se dice de Juan Bautista y en Le 1,32 de Jesús. En JyA 26,2 José tranquiliza a Asenet con las palabras: «El Señor está contigo», frase que utiliza el ángel para saludar a María en Le 1,28. Los rasgos que describen el patio donde se asienta la torre de Asenet (JyA 2,17s) son muy parecidos a algunos de los que conforman la Jerusalén celeste del Apocalipsis de Juan (21, 12ss; 22,ls). Encontramos en ambos una alta muralla; construida con grandes piedras/fundamentada en piedras preciosas; hay cuatro portones/ doce grandes puertas; guardadas por dieciocho jóvenes armados/ custodiadas por doce ángeles; hay árboles frutales/árbol de la vida que también da frutos; un río corre por el medio y riega los árboles/fluye un río de agua viva. La similitud es bastante sorprendente y sólo se explica por la inspiración en tópicos comunes. Pero el contacto más interesante nos lo proporciona el cap. 8 de JyA. La conversión a Dios como un paso de las tinieblas a la luz (8,1 Od) nos recuerda inmediatamente la misma concepción de 1 Pe 2,9 y la conocida dicotomía joánica de luz/tinieblas. Lo mismo puede afirmarse de la oposición error/verdad de JyA 8,10e. El tránsito de la muerte a la vida (JyA 8,10f), igualmente símbolo de la conversión, nos lleva a Jn 2,24 y 1 Jn 3,14. La renovación por el Espíritu, la plasmación por la mano de Dios y la revivificación por la vida divina, que cambian de signo el existir del prosélito, nos recuerdan inmediatamente a Heb 6,6, Rom 9,20 y Jn 6,36, entre otros textos. El banquete cultual, que se desprende de JyA 8,5 y 8,1 lde, tiene una sorprendente similitud con el banquete eucarístico cristiano (cf. la narración sinóptica Le 22,15-20 par. más 1 Cor 11,23-25). En ambos casos se come el pan de vida y se bebe una copa bendita (o de salvación). El banquete de JyA terminaba probablemente con una unción (garantía de la inmortalidad: cf. 8,5), que en el cristianismo, por el contrario, se reserva para los enfermos. Baste este detalle para rechazar una relación de parentesco inmediato entre los dos banquetes cultuales, el de nuestra novela y el del NT. Pero el paralelismo es tan sorprendente que, aun admitiendo la independencia de ambos escritos, no cabe duda de que el banquete cultual de los grupos religiosos representados por la novela y el NT proceden de un ambiente común. El premio a la participación en la comida sagrada es en ambos casos la inmortalidad. La frase de JyA 16,9 «no morirá nunca», el que coma de este panal (aquí símbolo del INTRODUCCIÓN 205 maná, en realidad igual al pan cultual del banquete, del que aquél es un trasunto), tiene una exacta contrapartida, en positivo y negativo, en Jn 6,50-51: «Aquí está el pan que baja del cielo, para comerlo y no morir. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre». De modo semejante, el descanso eterno que Dios ha preparado para sus elegidos (JyA 8,1 lgh) es sustancialmente el mismo que proporcionarán las «muchas moradas» que Jesús preparará a sus discípulos (Jn 14,lss). A pesar de las sorprendentes semejanzas entre JyA y el NT, no podemos hablar de un contacto literario directo entre nuestra novela y el corpus canónico cristiano, puesto que no es posible establecer una relación de dependencia literaria entre ambos, al estilo, por ejemplo, de la narración de la proeza de Benjamín en los caps. 27, 28 y 29 de JyA, forjada claramente a base de los rasgos de la lucha entre David y Goliat (1 Re 17,48-52). Basta para nuestro propósito confirmarnos en lo que decíamos al comienzo de este apartado: el ambiente religioso del que proceden JyA y el NT es común, y las concepciones de ambos pueden aclararse mutuamente. No en vano el cristianismo primitivo fue en un principio un judaismo heterodoxo. Quisiéramos señalar, por último, la posibilidad de establecer otras líneas ideológicas de comparación entre nuestro escrito y el NT, como sería el respeto y el amor por los paganos que fluye de la atmósfera de la novela y que se involucra, naturalmente, con la mencionada defensa del matrimonio de José. Pero en esta introducción hemos querido hacer hincapié tan sólo en aquellos aspectos comparativos que nos suscitan la aproximación inmediata de textos semejantes. V. MANUSCRITOS Y VERSIONES ANTIGUAS El texto de José y Asenet nos ha llegado a través de los siguientes manuscritos griegos **: 1. Monte Sinaí, Santa Catalina, Gr. 504 (s. x). 2. Roma, Biblioteca Vaticana, Vat. Gr. 803 (s. xi-xn). 3. Roma, Biblioteca Vaticana, Pal. Gr. 17 (s. XI-XII). 4. Monte Atos, Vatopedi 600 (s. xv). 5. Monte Atos, Konstamonitu 14 (s. xv). 6. Breslau, Biblioteca Universitaria, Rehdig. 26. 7. Oxford, Biblioteca Bodleiana, Barocc. Gr. 147 (s. xv). 8. Oxford, Biblioteca Bodleiana, Barocc. Gr. 148 (s. xv). 9. Roma, Biblioteca Vaticana, Pal. Gr. 364 (s. xv). 10. Monte Sinaí, Santa Catalina, Gr. 530 (s. xv-xvi). 11. Chillicothe, Ohio, propiedad de McC. McKell (s. xvi). 12. Jerusalén, Patriarcado ortodoxo, Sto. Sep. 73 (s. xvn). 44 Cf. C. Burchard, op. cit., 4ss, lista que presentamos ordenada cronológicamente. 206 JOSÉ Y ASENET 13. Jerusalén, Patriarcado ortodoxo, Saba 389 (s. xvn). 14. Bucarest, Biblioteca de la Academia, Gr. 966 (s. xvn). 15. Jerusalén, Patriarcado ortodoxo, Saba 593 (s. xix). 16. Monte Sinaí, Santa Catalina, Gr. 1976. Todos ellos representarían cuatro familias, constituidas del modo siguiente: a) mss. 1, 2, 5-6, 8, 9, 10; b) mss. 4, 11, 14, 16; c) mss. 12, 13, 15; d) mss. 3, 7. Los estudiosos han sido cautos a la hora de sugerir clasificaciones ulteriores debido a lo complicado de la tradición e. En un principio hubo propuestas diversas en ese sentido46. Posteriormente, el estudio de las diferencias entre el texto de unos y otros manuscritos ha permitido alcanzar conclusiones más precisas. Se aprecian, en efecto, divergencias estilísticas, así como adiciones u omisiones que alteran incluso la estructura de la obra y el orden de sus partes. Las variantes son fundamentalmente de forma, pero repercuten a veces en el fondo, condicionándose a menudo mutuamente47. Los datos permiten reconocer dos niveles de redacción, en función de la lectura e interpretación que del original hicieron los copistas y que se plasmaron en lo que hoy habríamos de considerar redacción de base4S. Esta sería notablemente más breve, y nuestro texto largo sería el fruto de ulteriores reelaboraciones. En este sentido, en el estadio intermedio cabe hablar de una reelaboración próxima al original y otra más cercana al texto largo. En los manuscritos antes enumerados se nos han transmitido cuatro textos diferentes, que, ordenados cronológicamente, son: 1. texto corto, representado por 3 y 7; 2. primera reelaboración, representada por 4, 11 y 14; 3. segunda reelaboración, representada por 12; 4. texto largo, representado por 2, 8 y 9. Del texto de nuestra novela existen también versiones en diferentes lenguas. He aquí las principales: 45 Cf. C. Burchard, op. cit., 18ss. 46 Cf. P. Batiffol, op. cit., 39, quien ya apunta la división de las familias en dos grupos, si bien fue V. M. Istrin, op. cit., 179ss, quien la precisó y posibilitó el progreso posterior. 47 Cf. M. Philonenko, op. cit., 5ss. 48 Cf. M. Philonenko, op. cit., 10. INTRODUCCIÓN 207 Versión eslava. Se nos ha conservado en un par de manuscritos, que ofrecen una traducción literal del texto griego. Su importancia se debe a que es la única que reproduce el texto corto49. Versión siríaca. La transmiten también dos manuscritos, si bien uno es copia del otro. Está emparentada con la primera reelaboración. El prólogo que la antecede y que permite datarla es el primer testimonio antiguo sobre la novela w. Versión armenia. Esta documentada por unos cuarenta manuscritos, la mayor parte inéditos. Es anterior al siglo xi y está emparentada con la versión siríaca y con la primera reelaboración del original griego51. Versiones latinas. Son dos las versiones de la novela en esta lengua. La primera fue conocida inicialmente a través de dos manuscritos, aumentando posteriormente el número de los testigos a ocho. Se remonta a la primera reelaboración del texto corto52. Una segunda versión latina, transmitida por cinco manuscritos y aparecida después de la anterior, está relacionada igualmente con la primera reelaboración53. Otras versiones. Los estudiosos han señalado la existencia de una versión rumana, así como la posibilidad de una copta, y han editado el texto de un resumen en griego moderno y el de una traducción al inglés antiguo hecha en verso a partir del latín S4. No todas las variantes que presentan las versiones enumeradas representan la tradición griega, sino probablemente aquellas que se encuentran repetidas. Posiblemente, además, las versiones siríaca, armenia y latina proceden de un arquetipo común55. 49 Cf. S. Novakovic, Zitie Asenethi: «Starine» 9 (1877) 1-47. 50 Cf. J. P. N. Land, Anécdota Syriaca III (Leiden 1870) 18-46, y G. Oppenheim, Fábula Josephi et Asenethae apocrypha e libro syriaco latine versa (Berlín 1886). 51 Cf. C. Burchard, op. cit., 7ss; A. Carriére, Une versión arménienne de l'Histoire d'Asséneth, en Nouveaux Mélanges Orientaux (Publications de PEcole des Langues Orientales Vivantes II, 19; París 1886) 473-511. 52 Cf. P. Batiffol, op. cit., 3; C. Burchard, op. cit., 13ss. 53 Cf. C. Burchard, op. cit., 15s. 54 Cf. C. Bobulescu, Istoria frumosului losif si a prea frumosaoi Asineta (Bucarest 1922); O. von Lemrn, Koptische Miscellen I (Leipzig 1914) 3s; P. Batiffol, op. cit., 7; H. N. McCracken, The Storie of Asneth: «The Journal of English and Germanic Philology» 9 (1910) 224-264, para la rumana, copta, neogriega y paleoinglesa, respectivamente. 55 Cf. M. Philonenko, op. cit., 15. V I . EDICIONES DEL TEXTO Fabricius, J. A., Codicis Pseudepigrapbi Veteris Testamenté (Hamburgo 1723) II 85-102. Batiffol, P., Le Livre de la Friere d'Aseneth, en Studia Patristica I y II (París 1889-1890) 1-115. Istrin, V. M., Apokriph ob Josiphje i Asenephje, en Trudy Slavjanskoj Komissii pri Imp. Moskovskom Archeologiceskem Obscestvje (Moscú 1898) 146-199. Philonenko, M., Joseph et Aséneth (Leiden 1968). BIBLIOGRAFÍA Akibon, R., Die Testamente der zwolf Patriarchen, der Sohne Jakobs, und die Geschichte der Aseneth, der Frau Josephs (Kassel 1850). Aptowitzer, V., Asenath, the Wife of Joseph: «Hebrew Union College Annual » 1 (1924) 239-306. Brooks, E. W., Joseph and Asenath (Translations of Early Documents, Series II, Hellenistic-Jewish Texts 7; Londres-Nueva York 1918). Burchard, C, Untersuchungen zu Joseph und Aseneth (Tubinga 1965). Delcor, M., Un román d'amour d'origine thérapeute: le Livre de Joseph et Asenath: «Bulletin de Littérature ecclésiastique» 63 (1962) 3-27. Duchesne, L., Reseña de la edición de Batiffol: «Bulletin critique» 10 (1889) 461-466. Krumbacher, K., Reseña de la edición de Istrin: «Byzantinische Zeitschrift» 8 (1899) 228-229. Lucerna, C, Asseneth (Viena 1921). Massebieau, L., Reseña de la edición de Batiffol: «Annales de Bibliographie Théologique» 11 (1889) 161-172. Perles, J., La légende d'Asnath, filie de Dina et femme de Joseph: «Revue des Etudes Juives» 22 (1891) 87-92. Philonenko, M., Initiation et mystére dans Joseph et Aséneth, en C. J. Bleeker, Initiation, Supl. «Numen» 10 (1965) 147-153. Riessler, P., Joseph und Aseneth. Bine altjüdische Erzahlung: «Theologische Quartalschrift» 103 (1922) 1-22; 145-183. Riessler, P., Altjüdisches Schriftum ausserhalb der Bibel (Augsburgo 1928).
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JOSÉ Y ASENET Erase una vez... 1 ' Sucedió que, el primer año de los siete de prosperidad, el día quinto del segundo mes, envió el faraón a José a girar visita a todo el territorio de Egipto. 2 Llegó José a los confines de Heliópolis en el cuarto mes del primer año, el decimoctavo día del mes, 3 mientras iba recogiendo el trigo de aquella región como arena del mar. 4 Había en aquella ciudad un sátrapa del faraón, que era el superior de todos los gobernadores y magnates del monarca. 5Este varón era muy rico, sensato y mesurado y actuaba como consejero del faraón. Tenía por nombre Pentefrés, y era el sacerdote de Heliópolis. 6 Tenía este personaje una hija, virgen, de elevada estatura, como de dieciocho años. Era de buen porte y bellísima, más que ninguna otra doncella del país.7 No tenía nada en común con las hijas de los egipcios, sino que se parecía en todo a las israelitas. s Era alta como Sara, grácil como Rebeca y hermosa como Raquel. El nombre de aquella virgen era Asenet.9 La fama de su belleza se extendió por todo el territorio, incluso hasta sus últimos confines, e intentaban conseguir su mano los hijos de los magnates y reyes, todos ellos jóvenes. 10 Existía una gran rivalidad entre ellos por su causa, y estaban dispuestos a pelearse unos con otros por Asenet. 11 Oyó hablar de ella el primogénito del faraón y suplicaba insistentemente a su padre que se la diese por esposa. a Le decía una y otra vez: —Dame a Asenet, la hija de Pentefrés, el sacerdote de Heliópolis, por esposa. 13 Le replicaba su padre, el faraón: —¿Para qué buscas una esposa que es menos que tú? ¿No eres tú 1,1 Cf. Gn 41,17-36.53-57. La fecha se computa de acuerdo con el calendario de Jub y refleja el mismo gusto por la precisión cronológica que este libro. 2 La fecha coincide con el solsticio de verano. Cf. 6,5, donde José aparece como el sol. 3 Cf. Gn 41,49. 4 Nótese el ambiente persa que suponen los cargos aquí citados. Es un recurso típico del género novelístico. 5 Pentefrés: Nombre de origen egipcio; significa «el que Re ha dado». El personaje no debe ser confundido con el amo bíblico de José, Putifar, cuya mujer intentó seducir a nuestro protagonista, según Gn 39,1.7-12. 6 dieciocho años: Según Gn 41,45-46, José tenía entonces treinta años. 8 Las tres mujeres son paradigmáticas en la Biblia. 9 su belleza: La circunstancia es un lugar común de la novela antigua. 11 Cf. Ex 11,5 sobre el personaje del hijo del faraón. 13 todo el mundo habitado: La demarcación territorial a que se alude debe de ser todo Egipto, el Alto y el Bajo, vistos conjuntamente. 14 210 JOSÉ Y ASENET el rey de todo el mundo habitado? 14No, piensa que la hija del rey Joaquín es tu prometida. Es una reina sumamente bella; así que tómala por esposa. Asenet, su mundo y sus días 2 l Asenet despreciaba profundamente a todo varón, y ningún hombre la había visto, ya que Pentefrés tenía en su mansión una torre aneja, grande y sumamente elevada. 2En lo alto de la torre había unos aposentos con diez cámaras. 3 La primera era grande y de hermoso aspecto, enlosada con piedras purpúreas, y sus paredes estaban adornadas con variedad de costosas gemas. 4E1 techo de aquella cámara era dorado, y dentro de ella había estatuillas de oro y plata de los innumerables dioses egipcios. 5 A todos ellos rendía culto Asenet, los veneraba y les ofrecía sacrificios. 6 Había una segunda cámara con unos arcones que contenían las galas de la muchacha. 7 Había en ella mucho oro y plata, vestidos tejidos en oro, selectas piedras preciosas y lencería escogida. 8 Allí estaban todos los adornos de su virginidad.9 En una tercera cámara, que era el tesoro de Asenet, se hallaban todos los bienes de la tierra. 10 Siete doncellas ocupaban cada una de las restantes siete alcobas. n Ellas eran las que servían a Asenet y tenían su misma edad, porque fueron alumbradas la misma noche que Asenet. Eran sumamente bellas, como las estrellas del cielo, y jamás varón o muchacho joven había tenido relación con ellas. 12 En la gran cámara de Asenet, donde florecía su virginidad, había tres ventanas. 13 Una de ellas miraba hacia oriente, sobre el patio; otra, al septentrión, hacia el camino, y la tercera, al mediodía. M Había un lecho de oro en la cámara orientada hacia el oriente. a La cama estaba 14 Joaquín: Se ignora la identidad de este rey. Parece imposible que el autor se refiera a un rey judío, cronológicamente tan distante. 2,1 Naturalmente, como se verá luego, Asenet habitaba en ella. 3 La decoración de la cámara de Asenet recuerda la descrita por Apuleyo, 5,1,5. 4 El oro es elemento decorativo habitual en la arquitectura egipcia. innumerables dioses: Crítica del politeísmo. 7 Los productos aquí nombrados, especialmente la lencería, eran muy apreciados en el comercio antiguo. Los artesanos habían llegado a altas cotas de habilidad y refinamiento en su elaboración. 10 Siete: Número simbólico. Philonenko (p. 74) ve aquí las siete estrellas de la Osa Mayor que rodean a la Luna = Asenet. Pero tal interpretación es más que dudosa. 11 tenido relación: Obsérvese la exaltación del valor de la virginidad. Cf. v. 16. 14 oriente: El este era un punto cardinal relevante en las prácticas cultuales y mágicas de Egipto, para las que servía de referencia ritual. Para un judío significa mirar hacia Jerusalén. 15 Nuevo detalle de lujo en la mezcla de la púrpura y el oro, cuya técnica, originaria de Pérgamo, era suficientemente conocida también por los artesanos egipcios. TEXTO 211 guarnecida de púrpura tejida en oro, bordada con hilo violeta y lino fino. 16 En aquel lecho dormía Asenet, sola, y ni varón ni mujer se había sentado jamás sobre él, salvo ella misma. "Alrededor de la mansión había un gran patio, rodeado por un muro de gran altura, edificado con grandes piedras cuadr angulares. 18 En el patio había cuatro portones de hierro, y ante cada uno de ellos estaban apostados dieciocho varones, fuertes, jóvenes y armados.19 Dentro del patio y a lo largo del muro había hermosos árboles frutales de todas clases, y toda su fruta estaba madura, pues era la época de la recolección. M A la derecha del patio había una fuente de abundante agua, y debajo de ella se extendía una gran alberca, que recibía el agua de aquella fuente, y desde allí avanzaba un arroyuelo por el patio que regaba todos los árboles allí plantados. Anuncio de la visita de José 3 l En el cuarto mes, al decimoctavo día, José llegó a los confines de Heliópolis. 2 Cuando se acercaba a la ciudad, envió delante de sí doce hombres a Pentefrés, el sacerdote de Heliópolis, con el siguiente mensaje: 3 —Me voy a detener hoy en tu casa, porque ya es mediodía y hora de comer. Es fuerte el calor del sol; así que me voy a refrescar bajo tu techo. 4 Cuando lo oyó Pentefrés, se alegró sobremanera y exclamó: —Bendito sea el Señor Dios de José. 5 Llamó Pentefrés al mayordomo y le dijo: 6—Apresúrate, dispon la casa y prepara un gran banquete, porque José, el fuerte de Dios, viene hoy a nosotros. 7 Se enteró Asenet de que sus padres habían llegado de la hacienda y se alegró. Se dijo entonces: 8 —Voy a ver a mi padre y a mi madre, porque han llegado ya de nuestra hacienda. 9 Asenet se apresuró a vestirse un traje de lino, confeccionado en hilo violeta y tejido en oro, se ciñó un cinturón dorado, colocó ajorcas en 17 Esta descripción tópica del patio tiene notables coincidencias con Ap 21,12: la Jerusalén celeste. 20 El jardín recuerda en esta ocasión el cuadro dibujado en Aquiles Tacio, 1,15. 3,4 se alegró sobremanera: Lit. «se alegró con gran alegría». La expresión redundante de alegría se repetirá en varios otros lugares y es uno de los más típicos septuagintismos. Bendito sea: Fórmula típica de exclamación piadosa y plegaria. 5 Cf. Gn 43,16; 44,1.4. 6 fuerte de Dios: Posible alusión mesiánica. José aparece como redentor del alma convertida. 7 hacienda: Lit. «campo de su heredad». La expresión se repite con frecuencia en la novela. No es septuagintismo, sino que proviene directamente del hebreo. 9 El exotismo de las galas de Asenet queda realzado por la mención de los bombachos, prenda de origen persa. 212 JOSÉ Y ASENET torno a sus manos y pies, se puso unos bombachos de oro, y en torno a su cuello prendió un collar. 10 Había por todas partes, en las pulseras y en las gemas, piedras preciosas con los nombres de lo dioses egipcios inscritos en todas partes, y los rostros de las imágenes estaban grabados en las gemas. u Colocó sobre su cabeza una tiara, ajustó en torno a sus sienes una diadema y cubrió su cabeza con un velo. Asenet y su padre: proyecto de boda 4 ' Bajó de sus aposentos apresuradamente por la escalera, se acercó a su padre y a su madre y los saludó.2 Se alegraron enormemente Pentefrés y su esposa por su hija Asenet, ya que la contemplaban engalanada como novia de un dios. 3Y sacaron todas las cosas buenas que habían traído de su hacienda y se las dieron a su hija. 4 Se alegró Asenet con ello y con la fruta, uvas y dátiles, y con las palomas, granadas e higos, ya que todo estaba en sazón.s Dijo Pentefrés a su hija Asenet: —¡Hija! Ella respondió: —¡Aquí estoy, mi señor! Añadió su padre: —Siéntate en medio de nosotros, que voy a decirte unas palabras. 6 Se sentó Asenet entre su padre y su madre. 7 Pentefrés tomó con su derecha la mano de ella y le dijo: -¡Hija! Respondió Asenet: —Hable, mi señor y padre. 8 Pentefrés continuó: —¡Mira! José, el fuerte de Dios, viene hoy a nuestra casa. El es 10 El versículo constituye un testimonio de otra costumbre egipcia, en cuya técnica eran expertos los orfebres del país. 11 Hay una mezcla de tradiciones en la mención de la tiara, de origen persa, y de las joyas enumeradas en el v. 9, todas ellas característicamente egipcias, mientras que el velo es habitual en todo el Oriente. 4,2 como novia de un dios: La alusión es quizá exclusivamente circunstancial, sin ningún carácter alegórico o quizá sea un posible anticipo de lo que luego será Asenet convertida: «Ciudad de refugio», la Jerusalén en la que se acogen los prosélitos. No es la Jerusalén «nueva» (Ap 21,2), pero el ambiente es parecido. 4 palomas: Extraña la presencia de un animal, intercalado en una serie de vegetales. Quizá se explique por la tradicional relación egipcia entre las palomas y los dátiles. 7 tomó: Nótese la artificiosidad del gesto de Pentefrés: toma la mano derecha de su hija con su diestra, estando sentado a su lado. La acción se justifica por la importancia de la mano derecha en la Antigüedad. Cf., por ejemplo, 16,9; 22,7, etc. 8 Todas las afirmaciones del pasaje constituyen un eco del Génesis; cf. 41,41.44; 45,26; 47,12.17.19.25. En lo que respecta a la coherencia interna de la novela, cf. 25,6, donde se alude a la actividad de José como administrador y benefactor. TEXTO 213 quien gobierna todo el territorio de Egipto; el faraón lo ha constituido gobernador de toda nuestra tierra; él provee de trigo a todo el país y lo salvará del hambre que va a venir. 9 Es José un varón piadoso, prudente y virgen, como tú, lleno de sabiduría y conocimientos; el espíritu divino y la gracia del Señor están con él. I0 Así, pues, hija mía, te voy a entregar a él como esposa; serás su mujer, y él será para ti tu marido por siempre. 11 Al oír Asenet las palabras de su padre, brotó de su piel abundante sudor rojizo y fue presa de un gran acceso de cólera. Miró con torvos ojos a su padre y replicó: n —¿Por qué habla así mi señor y padre y planea con esas palabras entregarme como prisionera de guerra a un varón extranjero, fugitivo y vendido como esclavo? 13 ¿No es ése el hijo del pastor de Canaán, a quien su mismo padre abandonó? 14 ¿No es ése el que se acostaba con su dueña, por lo que su amo lo arrojó a tenebrosas mazmorras, y de donde lo sacó el faraón porque interpretó sus sueños? No, me casaré con el primogénito del rey: él sí que es el rey de toda la tierra. 15 Al oír semejante respuesta, Pentefrés no se atrevió a continuar hablando a su hija sobre José, ya que le había respondido con jactancia y cólera. José en casa de Asenet 5 1 Un criado de la comitiva de Pentefrés se acercó de un salto y dijo: —José está ante las puertas de nuestro patio. 2 Asenet se retiró de la presencia de sus padres, subió a sus aposentos, entró en su alcoba y se quedó junto a la ventana grande, la que mira a oriente, para ver al que llegaba a la casa de su padre. 3 Al encuentro de José salieron Pentefrés, su esposa y toda su paren- 9 piadoso, prudente y virgen: Las tres cualidades atribuidas a José son característicamente judías, si bien la estima de la virginidad masculina es más bien tardía y la prudencia es una típica virtud femenina; para otras aseveraciones, cf. Gn 41,38-39. «Piadoso» relaciona a José con el movimiento de los hasidím o estrictos observantes de la ley. 10 esposa: En gr. vúmpr). Para la expresión, cf. Jr 7,34. por siempre: Lit. «para el tiempo eterno»: septuagintismo. 11 abundante sudor: El detalle se repite en 9,1. Quizá sea un topos literario que debe relacionarse con el sudor de sangre (rojizo) de Jesús en su pasión (Le 22,44). 13 abandonó: Contradicción flagrante con Gn 37,3, donde se comprueba la predilección de Jacob por José. 14 se acostaba: Cf. Gn 39,18 por lo que respecta a la acusación de adulterio, aquí en boca de Asenet; para el resto del v., cf. Gn 39,20; 41,14-15. 5,1 Cf. Gn 45,16. 2 Asenet actúa, al asomarse a la ventana, exactamente igual que lo hacen tradicionalmente, en la mitología, Afrodita y Helena. Cf. L. Cerfaux, art. cit., 237. 3 parentela: Esta expresión, que designa la familia de Pentefrés, se repetirá en 5,10; 7,2; 22,2; 24,9. 214 JOSÉ Y ASENET tela. 4 Abrieron los portones orientales del patio, José entró sentado en el segundo carro del faraón. s Llevaba un tiro de cuatro caballos blancos como la nieve, con frenos de oro, y el carro estaba igualmente recubierto de oro. 6José iba revestido con una túnica extraordinariamente blanca, y el traje que le envolvía era de púrpura, tejido en lino y oro, llevaba una corona dorada sobre su cabeza, en torno a la corona doce gemas escogidas y sobre ellas doce rayos de oro, y con cetro real en su mano derecha. 7 Llevaba una rama de olivo extendida con abundante fruto. 8 Entró José en el patio, y cerraron las puertas. 9 Los extranjeros, hombres y mujeres, aguardaron fuera, ya que los guardias de los portones habían cerrado los batientes. 10 Se acercaron Pentefrés, su esposa y toda su familia, salvo su hija Asenet, y se prosternaron ante José, rostro en tierra. n José descendió de su carro y les estrechó las manos con su diestra. Asenet, impresionada al ver a José 6 1 Vio Asenet a José y quedó su alma transida de dolor. Se conturbaron sus entrañas, flaquearon sus piernas, tembló todo su cuerpo y fue presa de un gran temor. Dijo entonces entre gemidos: 2—¿Adonde iré? ¿Dónde me voy a ocultar de su persona? ¿Con qué ojos me mirará José, el hijo de Dios, ya que he hablado mal de él? 3 ¿Adonde huiré? ¿Dónde me esconderé, puesto que descubre todo escondrijo, y nada oculto le pasa desapercibido a causa de la gran luz que hay en él? 4 Séame propicio ahora el Dios de José, ya que en mi ignorancia hablé perversamente. s ¿Qué voy a ver yo, desgraciada de mí? ¿No he hablado así: «Está al negar José, el hijo del pastor del país de Canaán»? Pero ahora llega del cielo a nosotros el sol en su carro y ha entrado hoy en nuestra casa. 6Y yo, loca y osada, lo he despreciado y 4 Cf. Gn 41,43 a propósito del carro. José aparece aquí y en los w. siguientes con los atributos del Sol (cf. 6,5). 6 corona: Alusión al desempeño de la función real por parte de José, en consonancia con JyA 29,11; cf. Gn 41,42, que contradice parcialmente la afirmación implícita en la novela. Las doce gemas son las doce tribus de Israel. 7 olivo: Este árbol representa al pueblo de Dios. 6,1 presa de un gran temor: El original presenta una expresión redundante de la sensación de temor («temió un gran temor»), similar a la anterior de la alegría (cf. 3,4). Este hebraísmo aparece en los LXX. 2 Comienza aquí un auténtico monólogo —Asenet se encuentra sola— formado por una serie de preguntas retóricas, recurso característico de la novela. ocultar: Cf. Sal 138,7. hijo de Dios: El autor le atribuye la omnisciencia divina, rasgo del redentor mesiánico. Igualmente, la «luz» del v. siguiente. 4 perversamente: La expresión de maledicencia se repetirá en 6,6 y 23,15. Para el conjunto, cf. JyA 17,17 y 2 Re 20,20. 6 loca y osada: Estos calificativos, que se aplica la propia Asenet, se encuentran en forma idéntica en Prov 9,13. TEXTO 215 hablé de él perversamente, sin saber que José es el hijo de Dios.7 ¿Quién de entre los hombres, en efecto, engendrará jamás una belleza tal? ¿Qué vientre alumbrará una luz tal? Desgraciada, insensata de mí, que pronuncié ante mi padre palabras perversas. 8 Entregúeme ahora mi padre a José como sirviente y esclava. Yo le serviré por siempre jamás. Recepción en honor de José 7 ' Penetró José en la mansión de Pentefrés, y éste lo hizo sentar en un sitial, le lavó los pies y le dispuso una mesa aparte, pues José no comía con los egipcios, porque tal cosa era para él una abominación. 2 Luego preguntó José a Pentefrés y a su familia: —¿Quién es aquella mujer que está de pie en la terraza, junto a la ventana? ¡Que se vaya sin más de esta casa! 3 José temía que le molestase también ella, pues le importunaban todas las mujeres y las hijas de los magnates y sátrapas de todo el territorio de Egipto para compartir su lecho. 4 Muchas mujeres e hijas de los egipcios, cuantas veían a José, sufrían mucho por su belleza y le enviaban continuamente mensajeros con oro, plata y preciados regalos. sJosé los devolvía con amenazas y expresiones de enojo, mientras pensaba: —No voy a pecar ante el Dios de Israel. 6 José tenía en todo momento ante sus ojos el rostro de Jacob, su padre, y se acordaba de todos los mandatos paternos, ya que Jacob solía decir a José y a sus hermanos: —Hijos, guardaos cuidadosamente de las mujeres extranjeras; no os unáis a ellas, porque eso es perdición y corrupción. 7 Por eso dijo José: —¡Que se vaya aquella mujer de esta casa! 8 Pentefrés le respondió: —Señor, la mujer que has visto ahí arriba no es extranjera, sino nuestra hija, doncella que odia a todo varón; ningún hombre la ha visto jamás, salvo tú, hoy.9 Si quieres, bajará y hablará contigo, ya que nuestra hija es tu hermana. 7 Cf. Gn 39,6, sobre la tópica belleza de José. Cf. también Testjob 18,4. luz: José, figura del Mesías (cf. Introducción), es llamado luz, como el Logos en el Evangelio de Juan (cf. Jn 1,7.8). 8 El ansia de esclavitud para con la persona amada va comúnmente asociada a la expresión del sentimiento amoroso. 7,1 sitial: Lit. «trono», como en Testjob. lavó los pies: Cf. Jn 13,5ss y Le 7,44. mesa aparte: José aparece como un «piadoso» (cf. 4,9) que cumple ya las prescripciones posteriores del judaismo rabínico. 3 El irresistible atractivo de José es el que se suele atribuir a los héroes de las novelas griegas y, en este caso, corresponde al de Asenet (cf. JyA 1,9). 6 mandatos paternos: La actitud de José es habitual en la literatura rabínica y en la de los Testamentos. Cf., p.ej., TestRub, comienzo, y caps. 5 y 6. 8 odia a todo varón: La virginidad de Asenet no es defensiva, sino que la impulsa al ataque, como en el caso de Hipólito. 216 JOSÉ Y ASENET 10 Se alegró José enormemente cuando Pentefrés le dijo: «Es una doncella que odia a todo varón». 11 Respondió José a Pentefrés y a su esposa: —Que venga, si es vuestra hija. Es hermana mía, y la amaré desde hoy como a tal. El encuentro: Asenet, rechazada por José 8 1 Subió la madre de Asenet a los aposentos superiores y la condujo a presencia de José. Dijo entonces Pentefrés a su hija: —Saluda a tu hermano, ya que también él es virgen, igual que tú, y odia a toda mujer extranjera, igual que tú a todo varón extranjero. 2 Dijo Asenet a José: —Te saludo, señor, bendito del Dios Altísimo. Respondió José: —Bendígate Dios, que todo lo vivifica. 3 Pentefrés dijo a Asenet: —Adelántate y besa a tu hermano. 4 Cuando se acercaba a besar a José, extendió éste su mano derecha, la llevó hacia su pecho y le dijo: 5 —A un varón piadoso, que bendice con su boca al Dios vivo, que come el pan bendito de la vida, bebe la copa bendita de la inmortalidad y se unge con la unción bendita de la incorruptibilidad no le está permitido besar a una mujer extranjera, que bendice con su boca imágenes muertas y mudas, come de la mesa de los ídolos carnes de animales ahogados, bebe la copa de la traición procedente de sus libaciones y se unge con la unción de la perdición. * Por el contrario, un varón piadoso 11 Este versículo podría tener relación con la costumbre egipcia de los matrimonios consanguíneos de los faraones. Pero hay que señalar también que el parentesco aquí expresado, el mismo que en 7,9; 8,1 y 8,3, forma parte del lenguaje amoroso y es habitual en la poesía egipcia de ese tipo; cf. M. Philonenko, op. cit., 153. 8,1 El odio está motivado aquí por la condición de extranjero (es decir, de otra religión) del hipotético desflorador de la virginidad, no por el oponente en sí (cf. 7,8). 2 Cf. Gn 14,19 para la fórmula de la bendición. Dios como el «Altísimo» aparece también en 8,10; 9,1; 14,7; 15,7; 17,5; 21,3 y es muy frecuente en la versión de los LXX y en los apócrifos del AT (citas reunidas por Philonenko en p. 154, nota). 5 La expresión para la bendición se repite en 8,6; lo mismo que la fórmula «Dios vivo»; las de genitivo para los alimentos sagrados aparecerán en 15,4, debiendo señalarse la utilización de abstractos como «inmortalidad» e «incorruptibilidad », cuyos equivalentes griegos apenas son empleados en escritos bíblicos, canónicos o no; la alusión a los dioses egipcios se expresa en forma idéntica a la de 12,6; a la libación se alude igualmente en 10,14, siendo este rito de gran significación en Egipto. Tenemos aquí, probablemente, un rito de «iniciación» (cf. Introducción). imágenes... mudas: Cf. Hab 2,18. carnes de animales ahogados: Lit. «pan de asfixia», donde «pan» representa el conocido semitismo que designa la «comida en general». TEXTO 217 besará a su madre, a su hermana de tribu y familia y a la esposa que comparte su lecho, las que bendicen con su boca al Dios vivo. 7 Igualmente, tampoco a una mujer piadosa le está permitido besar a un hombre extranjero, ya que eso es una abominación ante Dios. * Cuando oyó Asenet las palabras de José, se entristeció sobremanera y, mientras le miraba fijamente, sus ojos se llenaron de lágrimas. 'José la vio y la compadeció profundamente, porque era hombre de buenos sentimientos, misericordioso y temeroso de Dios. Alzó su mano derecha sobre la cabeza de Asenet y dijo: 10 Señor, Dios de mi padre Israel, el Altísimo, el Fuerte, que todo lo vivificas y llamas de las tinieblas a la luz, del error a la verdad y de la muerte a la vida; tú mismo, Señor, vivifica y bendice a esta doncella. 11 Renuévala con tu soplo, remodélala con tu mano y revivifícala con tu vida. Que coma el pan de tu vida y beba la copa de tu bendición, ella, a la que yo escogí antes de ser alumbrada, y que penetre en el descanso que has preparado para tus elegidos. Retiro de Asenet 9 i Se alegró profundamente Asenet por la bendición de José y se apresuró a subir a sus aposentos. Cayó sobre su lecho, debilitada, pues 7 abominación: Cf. Dt 24,4. 8 se entristeció: La reacción de Asenet es normal en la novela griega. 9 Cf. JyA 23,10 sobre la docilidad de José. A punto de pronunciar su plegaria, alza su mano derecha en actitud de semibendición. 10 tinieblas... error... muerte: La triple fórmula expresiva del proceso evolutivo del converso parece recoger el rito de admisión del mismo en la comunidad; cf. M. Philonenko, op. cit., 158-159. 11 Renuévala...: Cf. 15,7 y 22,9 sobre el cuidado para con los elegidos. A juzgar por lo que aquí se dice, Asenet parece ser objeto de una predestinación; cf. Me 13,20. descanso: Cf. Jn 14,lss. Todo el v. 11 parece la oración del «preste» sobre el iniciado con una alusión al banquete sacrificial que seguiría después (cf. Introducción). Nótense las concomitancias con la eucaristía cristiana. Textos bíblicos que parecen resonar en los w. 10-11 son 2 Esd 19,6; Hch 26,18; 1 Pe 2,9; Jn 5,24 y 1 Jn 3,14; Sal 94,11. 9,1 La sucesión de sentimientos contrarios es una reacción típica en los héroes de las novelas tras recibir una impresión fuerte y con repercusiones significativas. Cf. JyA 4,11. en nombre de: Cf. Sant 5,10. 218 JOSÉ Y ASENET no cabía en sí de alegría, tristeza y miedo. Desde que oyó las palabras de José, que le hablaba en nombre de Dios Altísimo, brotaba de su piel un sudor denso. 2 Rompió a llorar con grande y amargo llanto y se fue apartando de sus dioses, a los que veneraba, mientras aguardaba que llegara la tarde. 3 Cuando terminó de comer y beber, ordenó José a sus sirvientes: —Uncid los caballos al carro. Me marcho. Voy a girar visita a toda la ciudad y la comarca. 4 Dijo entonces Pentefrés a José: —Pase aquí hoy la noche mi señor, y mañana por la mañana emprenderás tu camino. 5 Respondió José: —No. Voy a partir hoy, ya que es el día en que Dios comenzó a crear sus obras. Al octavo día retornaré de nuevo a vosotros y pasaré la noche aquí. Penitencia de Asenet 10 ' Entonces se marcharon a su campo Pentefrés y su familia,2 y Asenet quedó sola con sus doncellas. Sin ánimo ninguno, se entregó al llanto hasta que se puso el sol. No probó alimento ni bebida y permaneció insomne mientras todos dormían.3 Abrió la puerta de su aposento y bajó al portón, donde encontró a la portera durmiendo con sus hijos. 4 A toda prisa, Asenet cogió del batiente la piel que hacía de cortina, la llenó de ceniza, la subió al piso superior y la depositó en el suelo. 5 Cerró la puerta firmemente, colocó el travesano de hierro sobre ella y se puso a gemir con grandes sollozos y lágrimas. * La doncella preferida de Asenet escuchó los gemidos de su dueña. Despertó a las restantes doncellas y se acercó al aposento de su señora, pero encontró la puerta cerrada. 7 Al oír los sollozos y el llanto de Asenet, dijo: —¿Por qué estás triste, ama mía? ¿Qué es lo que te importuna? ¡Ábrenos y que te veamos! 8 Asenet, encerrada, les dijo desde el interior: —Tengo mucho dolor de cabeza y estoy descansando en mi lecho. 2 Rompió a llorar: Cf. Is 38,3 para la expresión. se fue apartando: Lit. «retiraba su mente»; cf. Jr 8,6. 5 Al octavo día: Cf. Gn 17,14 y 21,4, donde se alude a un período de tiempo prototípico, como es la semana. El día en que Dios comenzó a crear sus obras sería nuestro actual domingo. 10,1 campo: Contra la costumbre del autor, se alude a la hacienda sin giro redundante alguno. 2 se puso el sol: La expresión del ocaso se repite en 10,19. No probó alimento: Cf. Ex 34,28. 3 Comienza una descripción que recuerda otra similar de Apolonio de Rodas, concretamente en el comportamiento de la doncella preferida de Asenet (Arg. 3,616ss). TEXTO 219 No tengo fuerzas para abriros, porque siento desfallecer todos mis miembros. Id cada una a vuestra alcoba. 9 Se puso en pie Asenet, abrió suavemente la puerta y fue a su segunda cámara, donde estaban los arcones de sus galas. Abrió un cofre y sacó una túnica negra, del color del hollín.10 Era la túnica de su duelo, la que vistió cuando murió su hermano primogénito. u Se despojó Asenet de su traje real y se vistió el negro, soltó su cinturón dorado y se ciñó un cordel. Arrojó luego de su cabeza la tiara y la diadema y de sus manos las pulseras. uTomó el traje entero, su predilecto, y lo lanzó por la ventana a los pobres. u Y cogió todos sus innumerables dioses de oro y plata, los trituró en menudos pedacitos y los lanzó a los mendigos y necesitados. 14Tomó Asenet su regia comida, sus viandas suculentas, pescados y carnes y todo lo sacrificado a sus dioses, los vasos de vino para la libación, y lo lanzó por la ventana para alimento de los perros. 15 Cogió después la ceniza y la esparció sobre el suelo. 16 Tomó un tejido basto, de saco, y se ciñó con él la cintura; desbarató el peinado de su cabeza y se cubrió de ceniza. n Golpeó su pecho enérgicamente con las dos manos, se postró sobre la ceniza y anduvo llorando amargamente toda la noche entre sollozos, hasta el alba. 18 Se levantó entonces Asenet y vio que la ceniza era bajo su cuerpo como barro a causa de sus lágrimas. 19 Cayó de nuevo Asenet sobre su rostro, en la ceniza, hasta que se puso el sol. x Y así hizo la joven durante siete días, sin probar absolutamente nada. Entre el arrepentimiento y la confesión 1 1 ' A l octavo día alzó la cabeza Asenet del suelo donde yacía, ya que tenía los miembros paralizados de tanta postración. 9 túnica negra: No es necesario buscar una relación especial con el culto de Isis y Osiris, ya que este color es expresión de duelo (cf. v. siguiente). 10 Philonenko considera aquí a Asenet como un trasunto de Isis, en consonancia con lo señalado en el versículo anterior. Ese hermano sería Osiris. Ambas figuraciones contribuirían a realzar el ambiente egipcio en que el autor quiere encuadrar la acción. El carácter isíaco de Asenet procede de su identificación con Neith, pero esto no nos parece en absoluto convincente. Cf. Introducción. 13 cogió...: Reacción similar a la de Abrahán. Cf. Jub 12,12 y Testjob 5; también JyA 2,4. 16 Todo lo que hace Asenet es un signo de penitencia, especialmente al despeinarse, que también es signo de duelo (cf. v. siguiente). 20 sin probar: Esta clase de ayuno es frecuente en los apócrifos: cf. 4 Esd 12,51. 11,1 A este solo versículo se reduce el capítulo en la redacción original de la novela, mientras que en el texto largo, según M. Philonenko (op. cit., 166), se ofrecía un cuadro de toques idílicos y naturalistas, en la línea de los poetas alejandrinos. Confesión de Asenet 12 1 Extendió las manos hacia oriente, levantó los ojos al cielo y dijo: 2—Señor, Dios de los siglos, que otorgas a todos el soplo de vida, que sacaste lo invisible a la luz, que creaste todo e hiciste patente lo no aparente. 3 Tú que pusiste en lo alto el cielo y cimentaste la tierra sobre las aguas, que fijaste sobre el abismo acuoso las grandes rocas, que no se hundirán, sino que estarán cumpliendo tu voluntad hasta el fin: 4 Señor, mi Dios, a ti clamo. Atiende mi súplica. A ti voy a confesar mis pecados, ante ti desvelaré mi iniquidad. 5 Pequé, Señor, pequé; falté a tu ley y a tu veneración, y llegué a proferir perversidades ante ti. Está manchada, Señor, mi boca, por los sacrificios de los ídolos y de la mesa de los dioses egipcios. 6 Pequé, Señor, ante ti, pequé y falté a tu veneración adorando imágenes muertas y mudas; no soy digna de abrir mi boca para hablarte, miserable de mí. 7 Pequé, Señor, ante ti, yo, la hija del sacerdote Pentefrés, 12,1 Extendió: La oración cara a oriente constituía un importante rito en la Antigüedad, especialmente entre terapeutas y esenios. Él ms. B comienza este capítulo con el título siguiente: «Plegaria y confesión de Asenet». 2 soplo: Cf. Gn 2,7 y Hch 17,25. Dios de los siglos: Cf. Eclo 36,17. invisible... aparente: Cf. Heb 11,3 y Hen(esl) 24,5-26,1. 3 en lo alto: Según Phüonenko (op. cit., 60), es la síntesis de una creencia egipcia, como la expresada por la fórmula cosmogónica de la elevación del cielo, y de otra típicamente judía, como la sumisión total de las criaturas a Dios. La frase como tal no aparece en el AT ni en el NT, pero equivale a «tú creaste el cielo y la tierra» (cf. Sal 23,2). grandes rocas: Pasaje paralelo a Hen(esl) 28,1-2. 4 Nótese el desgarro con que habla Asenet y cómo se anonada ante la divinidad, en una posible oposición a algún tipo de confesión pagana (M. Phüonenko, op. cit., 169); cf. Sal 29,9. Atiende mi súplica: Cf. Sal 16,1. confesar mis pecados: Cf. Dn 9,20. 5 Todos los aspectos a que se refiere aquí Asenet aparecen frecuentemente, con las mismas expresiones, en diversos escritos bíblicos: Dn 9,5; Jdt 8,9; 1 Mac 1, 63; 1 Cor 10,21. 6 La expresión de la invocación a Dios es frecuente en la Biblia, al menos en la versión de los LXX (Job 33,2; Sal 118,131). 7 La súplica de protección y el ansia de huida aparecen en escritos bíblicos, canónicos y no canónicos (p.ej., Sal 141,7; 142,9; TestSim 3,5; Testlsaac 4, 23), siendo la segunda idea típicamente mistérica y de la novela griega. TEXTO 221
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ANDIAMO ALLA CASA DEL SIGNORE!
ADORIAMO, LODIAMO, RINGRAZIAMO! CREDIAMO, UBBIDIAMO LA PAROLA DEL SIGNORE!
Evangelista:
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una comunione giornaliera con GESU' CRISTO.
Vivere in santità!
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